En más de una ocasión los musicólogos han desenterrado con especial fascinación los documentos que muestran el nivel de saturación musical que imperaba en Viena en el siglo XIX. No es éste el espacio para abundar en ello, pero lo cierto es que todos esos documentos comprueban más allá de toda duda que la capital del imperio austro-húngaro ha sido, por mucho, el lugar más musical de la historia, con la probable excepción de Nueva York en nuestros días. Entre los documentos mencionados tangencialmente arriba se encuentran los que dan noticia de la celebración en Viena de un concierto muy especial, que tuvo lugar el 2 de abril de 1800. Para más señas, se trataba del primer concierto organizado por Beethoven con sus propios medios, y el primero cuyos beneficios fueron a parar íntegramente a los bolsillos del compositor. Como era la costumbre en aquel tiempo cuando se trataba de este tipo de conciertos a beneficio de un músico, el programa fue largo y complejo. Esa noche se interpretaron en Viena las siguientes obras:

Una sinfonía de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).
Un aria del oratorio La creación de Franz Joseph Haydn (1732-1809).
Un concierto para piano de Beethoven, con el compositor como solista.
Un septeto para cuerdas y alientos de Beethoven, dedicado a la emperatriz.
Un dueto de La creación de Haydn.
Una improvisación pianística de Beethoven sobre el himno Emperador de Haydn.
Una sinfonía de Beethoven para gran orquesta.

Haydn, Mozart, Beethoven.... sin duda, un concierto espléndido, ideal para complacer al más exigente amante de los clásicos. Además del innegable valor histórico de esta enorme velada musical por la coincidencia de tan ilustres obras y compositores, el concierto en cuestión representó el estreno de la primera de las nueve sinfonías de Beethoven, ocasión que en retrospectiva se antoja como algo verdaderamente importante. Para cuando Beethoven decidió abordar la forma sinfónica tenía como antecedentes los numerosos y espléndidos catálogos sinfónicos de Haydn y Mozart; dicho de otro modo, tenía más de 150 sinfonías como ejemplo a seguir, como herencia a continuar y como reto a superar.